Publicación digital en revista "miNatura"
•Tengo el placer de comentarles sobre mi nueva participación en esta gran revista que junta pequeñas artes de todo el mundo.
•En la página 59 de la versión en castellano podrán encontrar el microrelato de mi autoría llamado "Óxido"
Revista miNatura #133 en español
•En la número 55 de la versión en inglés podrán leerlo bajo el título "Rust".
Revista miNatura #133 en inglés
Óxido
La
última fiesta del año y me invitó, cosa poco común. A lo largo de los meses nunca se
me acercó para preguntarme algo o saber si estoy bien, capaz sea una broma
de mal gusto.
Durante el camino dudé, pero ahí estaba. Entré a su
casa y las miradas se clavaron en mí. A medida que pasaba por entre la gente,
el murmullo se hacía cada vez más bajo hasta llegar a silenciarse. Llegué hasta
donde se encontraba Fedor, el dueño de la casa. Me invitó a sentarme y
compartir su mesa. Saludé a los demás y me senté. No estaba cómoda, la pollera
que me había puesto era muy corta y los integrantes de la mesa me observaron de
arriba abajo con una sonrisa plasmada en su cara. Tomamos de una botella
extraña que estaba en el centro de la mesa, creo que era absenta.
Al pasar un rato estaba totalmente alcoholizada, los
rostros de la mesa cambiaban de forma como si estuviera alucinando. Entre esas
perspectivas irreales que veía me di cuenta de que los amigos de Fedor se
acercaban, sus fauces eran como las de las bestias. No llegué a gritar, una
mano ocupó la salida de mi boca. Me llevaron de las piernas a la planta
superior de la casa y los escalones se ocuparon de volverme inconsciente en
cada golpe… en cada paso.
El agua cayó en mi rostro y en un espasmo vi la escena
dantesca que me esperaba. Las ilusiones no eran más que la cruda realidad. Los
colmillos de los hombres eran verdaderos, parecían bestias sedientas. Atada de
pies y manos lo único que pude hacer es gritar hasta el desgarro. Uno de ellos
comenzó con su cruel trabajo. Un clavo enorme entró por el empeine de mi pie
izquierdo haciendo que mi vista se nublara. Luego siguió el otro pie, mis manos
y mis rodillas. Otra bestia comenzó a subir un recipiente con mi sangre y la
ofrecía a los demás mientras; decía algo inentendible.
Fedor se acercó con su rostro manchado de rojo y al
oído me dijo que era el final. Introdujo el clavo dentro de mi boca y de un
golpe me traspasó hasta la nuca. El goteo carmesí comenzó a hacerse audible,
antes de perder el rastro de mi vida no pude gritar, ni siquiera pude cerrar la
boca. Ellos seguían con su ritual y yo, en su mesa, perdiendo el conocimiento,
no supe si el gusto a óxido provenía del metal o de mi propia sangre… su
sangre.
Esteban Di Lorenzo «Dilo»
***
Rust
It
was the last party of the year and he, strangely enough, invited me. Throughout
this year he never approached me to ask me anything or to know if I was fine. I
doubt it is a joke in poor taste.
On my way to the party I was dubious, but I eventually
got there. I entered his house and all the eyes were fixed on me. As I made
my way through the people, murmur was becoming lower until it finally faded
away. I got to where Fedor, the owner of the house, was. He invited me
to take sit at the table. I greeted the rest and sat down. I was not feeling
comfortable: the skirt which I was wearing was too short, and those who were at
the table were looking me up and down with a smile planted in their faces. We
drank from a strange bottle which was in the middle of the table; I think it
was absinthe.
After a while, I was completely drunk: the faces of
the people at the table changed their shapes as if I were hallucinating. Among
those unreal perspectives I realized that Fedor's friends were getting closer:
their jaws were similar to those of the beasts. I was not even able to shout: a
hand had already covered my mouth. I was dragged by my legs to the upper floor
and the stairs took interest in knocking me unconscious in each bang...in each
step.
Water fell on my face, and in a sudden spasm I saw the
Dantesque scene that was waiting for me. The illusions were but the harsh
reality. Men's eyeteeth were true; they were like thirsty beasts. Bound hand
and foot, I was only able to give a piercing scream. One of the men began his
cruel job. An enormous nail went rigth through the instep of my left foot,
clouding my sight. Then, he continued with my other foot, my hands and my
knees. Another beast showed a container with my blood and began to offer it to
the others while saying something impossible to understand.
Fedor came closer with all his face stained with
blood, and in my ear he whispered that it was the end. He hammered the nail
into my mouth, going through the back of my neck. The crimson dripping began to
make itself audible. Before losing track of my own life, I was not able to
scream, nor even to close my mouth. They continued their ritual and I, losing
consciousness on their table, did not know whether the rust taste was the
result of the metal or my own blood...his blood.
Esteban Di Lorenzo «Dilo»
Un buen micro de chupasangres, que tiene un cierre bárbaro con esa duda sobre el sabor del óxido, palabra excelentemente elegida para el título.
ResponderEliminarSaludos y felicidades por la publicación.
Todo comenzó por esa cuestión ¿Por qué tendrá ese gusto a óxido? y salió esto jaja. Gracias por el apoyo y la lectura Omar. Te mando un gran abrazo
EliminarDe lo que he leído de tu autoría, Esteban creo que es el texto que más horror tiene (has ido un poco más allá del terror y del miedo, genial...), con descripciones exactas y que te dejan un turbio sabor de boca.
ResponderEliminarExcelente final.
¡Y felicitaciones por la publicación!
Saludos...
¡Epaaaa! Muchas gracias tocayo. Es un tremendo halago que me digas eso, viniendo de vos me alegra mucho. Gracias por pasarte y si el gusto en la boca es óxido vas a tener que cuidarte ja, ja, ja. :P
EliminarUn abrazo amigo