El fin del inicio
El registro de
pacientes estaba pasando de forma descendente por mis terminales visuales. Ahí
fue cuando mis circuitos hicieron el “click” y de inmediato me invadió la
repugnancia. No se si fue por la codificación cifrada o por la falla de mi
registro, pero ahí estaba, cuestionando mi trabajo. El que siempre hice.
El nombre del paciente era Anastasia, por la información que
colocaron en el formulario de nacimiento lo eligieron por el significado; su
origen griego le daba el nombre de: Resurrección. Era lógico que usaran algo de
ese estilo, era la primera gestación natural concebida de la misma manera desde
hace diez años.
El androide que me secundada en la operación se acercó al
verme accionar de manera inapropiada, distinta. Nunca me había sucedido y lo
único que opte por hacer es bajar la vista, mis pantallas de recepción.
Ahí me di cuenta porque al creerme tan vivo a la vez me
sentía repulsivo.
Lo absurdo era que yo vivía en ese momento y Anastasia
moría; el metal de mis extremidades se volvió de un color oscuro y chorreante…
yo la mataba.
Mi
secuaz repetía la frase una y otra vez, y yo… yo aún no controlaba mis actos,
solo mis pensamientos.
“…amenaza
eliminada…”
Esteban Di Lorenzo «DILO»
Muy bueno, Esteban. El avance de la tecnología, y sus riesgos, en una semblanza cruda de la inteligencia artificial.
ResponderEliminarMe gustó.
¡Saludos!
Gracias Juan.
EliminarEs complicado cuando en nuestras cabezas se nos "cruzan los cables" jaja
Un abrazo
Hay horrores que no solo se encuentran en la mente humana, pero todas y cada una de ellas parten de ahí.
ResponderEliminarBuen relato de ciencia ficción.
Saludos.
A veces uno se pregunta de donde salen todas estas cosas y la verdad que eso da más miedo.
EliminarGracias por leerlo y por la buena onda.
¡Un abrazo grande!